San Carlos, turismo de playa pero diferente

Los gringos lo llaman "el secreto mejor guardado de México", los sonorenses se sienten orgullosos de poder pasar sus fines de semana en "San Carlitos" y disfrutar de un destino de playa de primer nivel, en un ambiente tranquilo, con vistas espectaculares y sin viajar grandes distancias. Aquí la gente viene a pasar la tarde en la playa, a veces en alguno de los bares, restaurantes o bien con la hielera propia dependiendo el ánimo. Es un destino reservado para unos cuantos que sin embargo está al alcance de todos.  

Desde otra parte del país se llega hasta aquí después de un par de horas de vuelo y sin salir de nuestro territorio, así que no hay que mostrar visado, ni pasar largas filas para que un cónsul mal encarado nos diga a que venimos a su país. El avión con un costo razonable (alrededor de unos 3,500 pesos viaje redondo), nos lleva a la ciudad de Hermosillo. Se nos da la bienvenida en la pequeña sala de espera, a unos pasos ya está listo el vehículo que nos llevará a descansar realmente. En la misma ciudad de Hermosillo probamos la típica carne asada sonorense, el vuelo nos ha abierto el apetito y estamos dispuestos a dar nuestro veredicto si efectivamente esta se puede ganar el título de la mejor carne del mundo. 

El paisaje desértico de camino a San Carlos no deja de ser bello. Los bosques de cactus aparecen a ambos lados de la carretera solitaria, entre cerros y planicies después de una hora de camino observamos las montañas que protegen al puerto de Guaymas y a San Carlos, es la puerta de entrada a Sonora, región más septentrional de nuestra patria mexicana. En el bulevar principal se alcanzan a mirar los edificios de los hoteles y departamentos, pero estos no son las grandes torres que bloquean el acceso a la playa, sino que dejan espacio para admirar el paisaje. Detrás de la avenida tampoco se observan las afueras mal urbanizadas tan características de otros centros turísticos, el paisaje natural enmarcado por el cerro Tetakawi domina nuestros sentidos. 

A unos pasos del hotel está la playa, desde los tres hasta cinco estrellas los pocos hoteles repartidos en toda la localidad tienen su encanto así como precios comparativamente más bajos que en otros destinos costeros. En la playa se respira un ambiente de tranquilidad, ideal para descansar de la rutina, para una escapada romántica, recargar energías y presumir que hemos estado en un lugar al que pocos llegan. Ya de vuelta en la oficina estamos cansados de escuchar las mismas historias de aquellos que se fueron de vacaciones a los destinos tradicionales, En San Carlos se descansa realmente, es un paraíso poco conocido, es el secreto mejor guardado de México.