Actualmente tendemos a pensar en una división territorial a través de los límites políticos que más o menos artificialmente han delimitado a lo largo de la historia estados, provincias y naciones. Estas fronteras políticas se superponen a regiones naturales y culturales; pensemos por ejemplo en la región Huasteca que se encuentra principalmente en 3 estados del oriente de México o en las naciones de Haití y República Dominicana, que comparten la misma isla caribeña pero que cuentan con una historia y cultura muy diferentes.
Algo similar ocurre en la región que rodea al mar de Cortés, el Desierto de Sonora. Primeramente el desierto se encuentra a ambos lados del mar que forman la tierra continental y la península de Baja California. Aquí los paisajes áridos se adornan con el verdor de los matorrales y árboles nativos, de los cuales el más famoso es el cactus. En su gran variedad los cactus llamados sahuaros forman el paisaje estereotípico de las películas del viejo oeste. En otras partes de la región, las dunas nos recuerdan que estamos en el mismo paralelo que el desierto del Sahara, pero en el hemisferio occidental.
A pesar de la lejanía que pudiera evocar la descripción del paisaje sonorense, se trata de una región con una cultura vibrante y diversa. El desierto es compartido por las grandes naciones mexicana y estadounidense, en ambos lados de la frontera se ubican pueblos y ciudades dedicadas a un sinfín de actividades, desde la pesca, hasta la industria, la agricultura, el turismo etc. Cada una de ellas fue conformada a través de procesos históricos diversos, desde los orgullosos pueblos indígenas, hasta los migrantes que habitan las metrópolis cosmopolitas. El desierto de Sonora es una región fascinante por su naturaleza y cultura únicas en el mundo.
M.C. Eric García Cárdenas
No hay comentarios:
Publicar un comentario