Contemplar otras formas de vida, disfrutar de climas distintos, convivir con culturas diferentes son de los grandes placeres de la humanidad. El turismo es una de las actividades más difundidas a nivel mundial, por ello tiene un número incalculable de interpretaciones; mientras para unos solo se trata de una actividad fútil que ejemplifica la frivolidad cultural de los países dominantes, para otros es actividad fundamental que representa su sustento, en incluso la única oportunidad de avanzar en su desarrollo humano.
A
nivel global existen destinos que se ubican en un extremo donde la
infraestructura y prácticas turísticas se imponen a los sectores productivos
locales desplazando a las formaciones sociales nativas. En otro confín, existen
localidades donde son sus propios actores quienes promueven la actividad
turística y se benefician de ella consolidando su entramado social. Sonora no
está exenta de los impactos del turismo, en nuestro territorio se han dado
estrategias de turistificación que responden a la aplicación de modelos de
desarrollo con componentes distintos, ello desencadenó las condiciones de
vulnerabilidad o estabilidad con las que nuestras localidades turísticas se
enfrentaron a la reciente crisis económica.
En
loa albores del 2012 ya se advierte un franco ascenso de la actividad turística
a nivel mundial y nacional, en el presente año nuestro país promete recuperar
el dinamismo que la actividad turística tuvo en el 2008, antes de la crisis
global; sin embargo, resulta necesario reflexionar sobre las cosas que se
hicieron en el pasado, ver que localidades sortearon de una mejor manera los
recientes embates de la economía mundial y cuales están en franca decadencia.
En
tierras sonorenses son dos las localidades costeras que atraen a un mayor
número de turistas, Puerto Peñasco y San Carlos. La primera tuvo un desarrollo
acelerado que estuvo directamente relacionado con la burbuja inmobiliaria
proveniente de nuestro vecino del norte, se apostó por un desarrollo acelerado
y con ganancias a corto plazo que dependieron de los compradores de bienes
raíces estadounidenses, el resultado: al disminuir dramáticamente el número de
turistas se empezó a formar un paisaje de construcciones a medio terminar y una
periferia mal urbanizada habitada por trabajadores desempleados. Por otra
parte, San Carlos mantuvo un arribo constante de turistas incluso durante los
años de crisis, sin ese impresionante crecimiento de otros sitios de playa se
ha mantenido estable gracias a que consolidó el turismo regional, visitantes de
estados vecinos y ciudades cercanas impidieron que se dieran las condiciones de
decadencia presentadas en otros destinos.
A
principios del nuevo milenio hemos presenciado en territorio sonorense dos
modelos de desarrollo turístico asimétricos, frente al escenario de
recuperación actual deberíamos de aprender de los errores cometidos y
seleccionar mejores modelos que han probado su eficacia ante las duras condiciones
del pasado. Solo la participación activa de los actores locales logrará
consolidar un desarrollo turístico que nos convenga, pues ya se ha probado en
experiencias pasadas que la dependencia de factores exógenos solo ha aumentado
nuestra vulnerabilidad. Debemos sin duda aspirar a atraer turismo extranjero,
pero a través de un proceso complejo que involucre la participación local
activa, la consolidación del mercado interno y la derrama de los beneficios del
turismo al tejido social de las localidades, pues ya conocemos hacia donde nos
lleva el camino de la dependencia y las ganancias a corto plazo.
*Nota publicada en la Tribuna del Yaqui el 4 de febrero de 2012
Por: Eric García Cárdenas Maestro en Ciencias Sociales por El
Colegio de Sonora en la línea de investigación Globalización y Territorios.
Correo electrónico: eric@turismotaruk.com
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