Hace mucho tiempo existía un hombre que había sido un gran danzante y a su vez había sido un gran cazador de venados. En aquellos tiempos remotos aún se utilizaban arcos, flechas y cuchillos de piedra, con estos utensilios cazaban los nativos pero este personaje no utilizaba ningún arma para poder cazar grandes ejemplares de venados, puesto que usaba un disfraz de venado grande conocido como bura. La piel de venado que usaba como un disfraz era bien diseñado, contaba con su cabeza original y sus cuernos, cuando salía a cazar se llevaba la piel de bura y se iba a los lugares en donde pastaban los venados y ahí esperaba a que bajaran a pastar. Cuando ya se habían reunido algunos venados en el lugar deseado, se ponía la piel del venado o bura, se lo amoldaba muy bien al cuerpo de manera que pareciera un venado macho y se acercaba al rebaño imitando los movimientos del venado, una vez ya entre ellos hacía como que pastaba. Los venados machos peleaban con el cornándolo, para que no se acercara a las venadas y el también fingía pelear con ellos como si fuera un venado de verdad.
Un grupo de cazadores que lo habían visto en sus maniobras, se le acercaron y le pidieron que les enseñara su técnica de cazar venado. A lo cual accedió el cazador, invitándolos a reunirse con el otro día muy de madrugada en ese lugar, ya que en aquel lugar bajaban a menudo los venados a pastar y a tomar agua en un arrollo. El día citado muy de madrugada los cazadores se reunieron con el, en el lugar señalado, ya una vez reunidos, esperaron pacientemente a que bajaran los venados a pastar, no sin antes haberles explicado todos los procedimientos. Cuando ya se habían reunido algunos venados, el cazador se puso la piel del venado bura y les dijo a los cazadores que se fijaran muy bien en los movimientos y se fue hacia los venados.
Se fue acercando poco a poco, haciendo como que estaba pastando, hasta reunirse con los venados. Los venados bura, lo corneaban y lo atropellaban para que no se acercara a las venadas, el hombre sufría golpes en todo el cuerpo por los topes que le daban los buras, pero este riesgo era parte de su cacería. El cazador buscaba el momento para matar al venado haciendo que lo siguiera hasta unos arbustos alejado de los otros venados, para no espantarlos. En el momento apropiado, se armaba de un garrote y de un solo golpe mataba al venado y les hacía señas a los otros cazadores que lo acompañaban, para que recogieran al venado. Mientras que el se reunía de nuevo con los otros venados.
Los jóvenes del pueblo, consideraban a este cazador uno de los mejores cazadores y se admiraban de la forma de cazar de este hombre. Pasaron los años y este cazador se hizo viejo y por cosa del destino pasó de cazador a moro (danzante). Por los años que le quedaban de vida, la pasó de fiesta en fiesta cargando la indumentaria y la cabeza de venado tras el danzante.
Leyenda Yaqui
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